Cuando limpias la mirada, te refrescas el rostro y dejas de obsesionarte con todos tus males, encuentras lo bello en lo que antes hubieras hallado feo a primera vista.
Ocurre de repente un día en que llegas a creerlo.
Te levantas una mañana y te lavas la cara con agua fresca y te secas y no sabes por qué pero sientes como si hubieras lavado un pesar muy viejo.
Entonces, por la ventana, ves el mismo paisaje de siempre pero diferente.
Hay más luz o eso te parece.
Miras al cielo y está algo nublado, no hay más luz real que otros días.
Sin embargo algo se ha iluminado.
Nada distinto hay en la realidad, sigue igual que siempre, solo que lo ves diferente.