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El poder del no puedo

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El poder que estás buscando desesperadamente no es ese empoderamiento todopoderoso, ese no es humano; el que buscas en verdad es el que tienes en ti desde siempre, el humano, ni más ni menos.

Estás viviendo una época agitada.

Por todos lados te agitan para que juegues al súper héroe.

Haz de trazarte metas, objetivos, puntos de llegada elevados; planificas los caminos que te llevarán al éxito y la felicidad.

Comienzas con entusiasmo y, de a poco, se te empiezan a caer las esperanzas, los plazos se te abalanzan y el calendario te juega en contra a todo meter.

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La única salida es hacia adentro

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Cuando decides por fin dejar de buscar por buscar sin saber qué buscar comienzas el auténtico camino que te lleve a algún certero encuentro.

Estás dando vueltas y vueltas alrededor de ‘tu problema’.

Estás buscando una salida.

Necesitas un cambio y lo sabes.

El miedo hace tiempo que se ha apoderado de ti, los temblores invisibles e internos que nadie ve son cada vez más visibles y evidentes para ti.

Quieres dar un paso hacia algún lado, hacia cualquiera, no importa ya el rumbo mientras te saque de donde estás.

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El sagrado instante en que dejas de pensar

el sagrado instante en que dejas de pensar

Hay un espacio sagrado entre la lluvia de pensamientos circulares que ocupan tu mente. Es el que se da cuando interrumpes el círculo en cualquier lugar y empiezas a pensar.

Hasta que no pares el estruendoso ruido mental que te repiquetea el cerebro no hallarás ese momento de pausa y silencio en donde las grandes decisiones aparecen.

Esos pequeños instantes en que pasas de un pensamiento repetitivo al siguiente son los momentos sutiles en los que tienes la oportunidad de parar y no dejar que el próximo pensamiento ocioso te ocupe nuevamente.

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arriesga hasta donde te alcancen tus fuerzas

Arriesga hasta donde te alcancen las fuerzas

arriesga hasta donde te alcancen tus fuerzas

Arriesgarse no es ser un kamikaze arrasándolo todo y arrasándote. Arriesgarse es ser tan valiente y osado como para aceptar los miedos que te impiden arriesgar.

Arriésgate siempre, y arriésgate siempre que puedas.

Acepta que hoy no puedes arriesgar, perdónate.

No estás obligado a arriesgar pero no te quedes ahí cuando el riesgo se haga necesario.

No has de arriesgar o no arriesgar impulsivamente. Has de observarte cómo estás, qué puedes y qué no puedes.

Mide la distancia y arriésgate siempre que puedas.

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Sobre el dar y el recibir, sobre el amar y el ser amado

sobre dar y recibir sobre amar y ser amado

El amor es tu mayor posesión y siendo pleno es que te das en amor. Para que el flujo permanezca vivo has de ser permeable, permitir la felicidad de los otros recibiendo su amor a través de ti.

No es como harás más feliz a otra persona amándola, la harás feliz recibiendo el amor que ella tiene para dar.

Amando es como serás feliz tú.

Porque la felicidad no solo la obtenemos en el recibir, más la obtenemos en el dar.

El amor es algo que tienes, algo que conoces y conoces por haberlo recibido y haberlo dado.

No es algo que te inspira alguien, el amor es tu poder más preciado. 

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Ese precioso instante en que sabes por dónde ir

este precioso instante en que sabes por donde ir

Cuando no sabes cómo te has metido en donde estás, generalmente te cuesta encontrar la salida. La salida suele ser más fácil de lo que imaginas, aunque es bueno que sepas que puede no resultar tan fácil.

Muchas veces te has sentido en un laberinto al que tú mismo has entrado y luego no sabes cómo salir, ni atravesar hacia el otro lado ni volver sobre tus pasos.

Pero esta vez es diferente. Esta vez no estás en un laberinto. Esta vez es peor.

Esta vez te sientes rodeado de paredes a tu alrededor, un espacio sin puertas, un lugar gigante o estrecho pero del que no parece haber salida posible.

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cuando dejas de fustigarte

Cuando dejas de fustigarte

cuando dejas de fustigarte

Ni medio lleno ni medio vacío; el vaso está lleno o está vacío, o a la mitad, o como realmente esté.

Un día te das cuenta de que estás satisfecho.

Has cometido mil errores y has juzgado que hacías todo mal.

Has roto veinte platos este año y diste por sentado que eras torpe desde el primero y eso te ayudó a romper diecinueve más.

Has amado y te han amado, y has fracasado siempre.

Has mentido alguna vez y has dicho muchas verdades que sientes deberías haber callado; hubieras hecho menos daño, piensas.

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Ya has perdido por fin todas las esperanzas

ya has perdido por fin todas las esperanzas

Entonces un día te sientes vacío de ausencia. Entonces un día te sientes lleno de presencia.

¿Cuándo va a llegar el día, cuándo va a llegar?

Te preguntas una y otra vez.

Ese día en que serás feliz.

Serás feliz para siempre, eternamente feliz, en una felicidad constante y permanente que te mantendrá flotando en una nube rosa de algodón y te llevará a pasear por regiones remotas con paisajes retocados en ‘Photoshop’.

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Cuando te aceptas de verdad

Cuando te aceptas de verdad no dejas entrar en tu vida a quien te rechaza.
Cuando te aceptas completamente tal cual eres, tal cual estás, no tienes lugar para albergar a quien niega tu presencia.
Cuando estás plenamente consciente de tus bellezas y tus fealdades y acoges en ti con amor tanto tu canto de alegría como tu corazón deshecho, no tienes espacio para quien no valora tu ser completo, para quien se queda solo con un lado de ti y evita la otra verdad.

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Seguir los impulsos

seguir los impulsos

Hasta que no camines por ese camino, no sabrás si es el que te llevará a tu mayor bien o a tu peor incertidumbre.

Hay una delgada línea que separa aquello que juzgas que está bien de lo que consideras que está mal. En ti se libra a menudo una batalla por discernir acerca de por qué haces lo que haces, desde dónde actúas, si has de actuar o has de dejar que las cosas sucedan sin intervenir.

Hay un delgado límite por donde sueles transitar en busca de tu equilibrio y es normal que invariablemente pases a uno y a otro lado. Sueles pensar que estar en el centro, en equilibrio es como caminar por un surco muy estrecho, tanto que se te hace semejante a la cuerda del funambulista. Y claro, antes o después caerás.

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