Cuando no sabes cómo te has metido en donde estás, generalmente te cuesta encontrar la salida. La salida suele ser más fácil de lo que imaginas, aunque es bueno que sepas que puede no resultar tan fácil.
Muchas veces te has sentido en un laberinto al que tú mismo has entrado y luego no sabes cómo salir, ni atravesar hacia el otro lado ni volver sobre tus pasos.
Pero esta vez es diferente. Esta vez no estás en un laberinto. Esta vez es peor.
Esta vez te sientes rodeado de paredes a tu alrededor, un espacio sin puertas, un lugar gigante o estrecho pero del que no parece haber salida posible.