¿Recuerdas cómo fue tu primera vez?

recuerdas cómo fue tu primera vez

No recuerdes sabores, saborea.

No recuerdes la vida, vive.

¿Recuerdas cómo fue tu primera vez?

–¿Mi primera vez de qué?  –me preguntas lógicamente.

Tu primera vez de cualquier cosa, de cada cosa, de todas las cosas.

 

Recuérdalo, ponte a ello, cierra los ojos y déjate llevar por la sensación que encuentres. No juzgues, no busques que sea tal o cual cosa, simplemente siéntela.

 

¿Qué fue lo primero que te vino a la mente?

¿Cómo lo sentiste?

¿Te pareció lejano o lo viviste como si estuviera ocurriendo ahora?

¿Cuánto hace que no sentías eso mismo haciendo la misma cosa?

¿Te has dado cuenta de que hace tiempo y tantas veces no tocas cuando tocas, no miras cuando miras, no escuchas cuando escuchas, no hueles cuando hueles, no saboreas cuando comes, no besas cuando besas, no sientes los pasos al caminar, no te duele el mismo dolor en el lugar que te duele, no te acuerdas de los mismos recuerdos de la misma manera, no experimentas la ducha bañando tu cuerpo, no te detienes a sentir la voz de tu corazón, no te paras a pensar tus pensamientos, no dudas de tus falsas certezas provisionales, no indagas a fondo en lo que deseabas saber, no te preguntas quién eres ni qué eres ni qué haces en este mundo ni cómo funcionan las cosas ni desarmas ya los cochecitos de cuerda ni las muñecas que hablan para ver cómo funcionan, para aprehender la esencia de Dios?

 

¡Oh! ¡Y cómo ha ocurrido todo esto!

¡Cómo es posible que hayas perdido la sensación más elemental de la vida!

¡Dónde se quedó apartado el aliento divino!

¡Cuándo fue que reemplazaste la vida por este simulacro, por esta apariencia de vida, por esta fotocopia gastada que ya ni se lee!

Cuándo fue que reemplazaste la vida por este simulacro, por esta apariencia de vida. Clic para tuitear

Pero no te preocupes, no te agobies, los engranajes están gastados y algo herrumbrados pero aún funcionan, aún puedes rescatar todo lo que es tuyo y nadie salvo tú te ha arrebatado.

 

Y no te apures, no quieras recobrarlo todo de golpe, no quieras hacer magia, hechicería, eso es falso, no funciona y tiene un precio alto.

Ve de a poco, solo el primer día decide que lo quieres, que quieres recuperar tu aliento vital.

Y al día siguiente, solo recuerda tu compromiso, nada más.

Vendrán más días y más años y tienes tiempo para asegurarte de que lo que se restablezca en ti lo haga con solidez.

recuerdas cómo fue tu primera vez
Fotografías: Irina Nedyalkova (h/t Instagram)

Así que luego de tomar la decisión, solo sumérgete en la sensación de experimentar algo sencillo.

¿Te gusta el chocolate? ¿O prefieres una fresa?

Pues, lo que prefieras, permite que entre dulcemente por tu boca, que roce tus labios, que tu cerebro quiera anticiparse al sabor que recibirá pero no pueda.

No dejes que el sabor te llegue antes de cuando aparezca el sabor. No saborees el recuerdo del chocolate de hace años o la fresa que comiste de niño. No, este chocolate, esta fresa existe ahora y es diferente a la de hace años, tú también eres diferente, tus papilas han cambiado, tu olfato no es el mismo.

No recuerdes sabores, saborea.

No recuerdes la vida, vive.

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En ti aún habita el niño que eras cuando fuiste niño.

Eres el mismo, has cambiado pero eres el mismo.

Has ganado habilidades y has olvidado otras, pero no las has perdido.

Así que rescata cuanto antes tus habilidades maravillosas de niño.

No es tu niño interior, no te confundas, no es nadie que habita en ti. Nadie ha de habitar en ti salvo tú, y si alguien te habita, échalo con decisión.

Rescata aquello que sabías hacer tan bien en tu niñez y tráelas a tu ahora, te harán falta aquellas habilidades antiguas para restaurar el aliento de vida.

 

Disfruta otra vez de la forma de las rosas y observa con atención cómo se desprende una hoja de una margarita. Y pica una cebolla con sus inmensas sensaciones encontradas.

Y observa las manchas de la pared.

Y acaricia las baldosas.

Y absorve profundo el aroma de la salsa de tomate.

Y mantén una conversación atentamente escuchando la dimensión única de cada cosa que escuchas sin la intención de responder o anticiparte a lo que te van a decir porque aún no ha sido dicho. Y luego, a tu tiempo, escucha tu voz salir.

Y siente como se hunden lentamente tus nalgas en la espuma del sillón.

Y vivencia el paseo sin interés de llegar.

Y camina la vida en cada minuto, en cada instante tal y como se presenta.

 

Y si te sirve, grábate esta frase como un recurso de apoyo:

“No recuerdes sabores, saborea.

No recuerdes la vida, vive.”

Leandro Ojeda López