Emprende el camino de regreso a casa cada vez que sea necesario

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El camino de regreso no es un camino de fracaso, es un camino de retorno a ti.

No te pares demasiado en cada duda.

Piensa que estas se presentarán repetidamente a lo largo de tu vida, de tu día o de cada acción.

No es un problema grave que tengas dudas.

No te lamentes por ello.

Habrá momentos en los que estarás repleto de seguridad y entusiasmo y verás como todo se despliega en dirección segura y tú marchas como si hubiera alguien poniendo un camino a tu paso.

Estás en una seguridad fija, mantenida, estable y hasta, a veces, ascendente.

Cuando estás así te comes el mundo y el mundo celebra tu andar.

Pero en ese andar tranquilo y confiado se te puede presentar en cualquier momento la duda.

De repente sientes como que el suelo se abre y al paso siguiente hay precipicio o que el camino se abre en dos y has de elegir uno de ellos.

Debes elegir uno de los caminos sin encontrar pistas para ello.

Y entonces giras la cabeza y caes en la cuenta de que no solo hay dos caminos sino tres. El tercero es el de regreso. Estabas por tirar una moneda pero descubres que la moneda tiene dos caras y no llevas dados triangulares encima.

Cuando se te presenta el precipicio sabes que no puedes seguir, a menos que aparezca un puente de la nada, y que debes desandar lo andado.

Y ahí, en esos momentos, es cuando sobrevienen las dudas más grandes, cuando la duda se convierte en parálisis y si esta se mantiene en el tiempo se puede convertir en depresión.

No te pares demasiado en cada duda.

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Sí, está bien, no hagas nada hoy, no hagas nada mañana, tómate la semana, tómate el mes pero no te tomes más. En algún momento da un paso, no importa que aciertes en el paso a dar, no importa que te equivoques a lo bestia, no importa que escojas el peor camino posible, simplemente muévete, mueve aunque sea un paso, no prolongues la parálisis o los músculos se entumecerán tanto que cuando tengas la certeza del camino podría ser que tu cuerpo no responda a los impulsos nerviosos.

Da un paso en cualquier dirección, si la certeza llega y descubres que estabas errado, ya encontrarás la manera de retornar y reacomodar todo para volver a la dirección que sientes correcta.

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Cuando estás en esos momentos de máxima seguridad y has avanzado mucho sin ningún esfuerzo y te encuentras ante una bifurcación o precipicio, la sensación de fracaso es inevitable.

No, no hace falta que disimules ahora y digas que todo es por algo, que te ponen estas pruebas en tu camino como aprendizaje, que todo ha de ser por algún plan superior y te pongas a bendecir el obstáculo. No es momento para el amor incondicional.

No hagas eso porque lo más seguro es que no lo sientas, sé sincero, sé honesto, sé coherente con lo que estás viviendo como algo imposible de negar.

Así que llora, grita, patalea, putea, cágate en todo y permite que salga lo que tenga que salir y deja que pase.

Llora, grita, patalea, putea, cágate en todo y permite que salga lo que tenga que salir Share on X

Luego, tal vez, te venga una luz y sabrás cómo y por donde seguir. Tal vez te sientes un momento y dejes que llegue alguna verdad.

Tal vez tengas claro de repente qué camino tomar, y si estás ante el precipicio, tal vez veas un puente cerca que no habías visto antes por la rabia que sentiste ante tamaña frustración.

Tal vez nada de esto ocurra. Tal vez decidas que no hay más remedio que desandar todo ese camino brillante que tan confiado habías andado.

¿Eso será un gran fracaso? No sé, depende de cómo lo veas. Puedes verlo como que por fin sabes el camino a tomar después de esta duda enorme. Eso estaría bien como manera de verlo.

Si has de regresar, permítete, entonces, observar nuevamente todos esos paisajes del camino que antes no viste porque ibas enfilado con la vista puesta solo adelante.

Permítete vivir plenamente consciente el camino de regreso.

Hay veces en que regresar es lo mejor que puedes hacer y veces en que regresar llega a ser una enorme felicidad.

Regresa al punto de partida sin sentirte fracasado, lo has intentado, y te equivocarás muchas más veces y dudarás muchas más.

Siente dentro tuyo aquel punto que te dio esa máxima seguridad, ese donde te sientes en calma para poder nuevamente elegir, ese donde nace tu alma y donde tu parte más tierna y niña se siente más segura. Y vuelve allí.

Emprende el camino de regreso a casa cada vez que sea necesario.

Sabes que en casa siempre estarás protegido.

Y que alguien te estará esperando con la sopa calentita para luego cobijarte entre las mantas con un beso de buenas noches.

Leandro Ojeda López