Abraza tu dolor sin temer al miedo

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La compasión es percibir y comprender el sufrimiento de otros y el deseo de aliviar o quitar si es posible su sufrimiento.

Has aprendido desde el principio que es importante en esta vida ser feliz.

Te han educado desde niño para la alegría.

Has visto lo importante que resulta para ser aceptado que te muestres radiante.

Has crecido con la impresión grabada de la obligación de ser feliz.

Tanto esfuerzo, tanta presión, tanta obligación que cumplir te produce una gran infelicidad, te quita la alegría y resta brillantez.

No te han enseñado a reconocer la frustración.

No has aprendido el inmenso valor de la tristeza.

No has visto claro lo amoroso que puede resultar mostrar tu dolor y lo que te puede unir a otros.

Tienes que saber, aunque sé que lo sabes con la cabeza –pero tienes que saberlo profundamente–, que todos, absolutamente todos viven su vida con innumerables dolores, frustraciones y miedos.

Desde el momento en que seas realmente consciente de esto no tendrás miedo a manifestar tu miedo, no te lo pensarás mucho a la hora de pedir ayuda cuando la necesitas porque ya sabes que el otro resonará de inmediato con tu dolor porque él también lo vive o lo ha vivido y lo volverá a vivir.

Te sorprenderás de la transformación que puedes producir en tu entorno en cuanto admites sin rubor tu miedo. Algo se modifica. En ti y en tu prójimo.

Si lo compartes estarás dando la oportunidad a otro a admitir su propio miedo, le darás la libertad de poder dejar salir su gran dolor sin tener que seguir ocultándolo.

El dolor es algo que nos enseñan a tapar, quieren que seamos felices y sonrientes a toda hora. Share on X

El dolor es algo que nos enseñan a tapar, quieren que seamos felices y sonrientes a toda hora.

En cuanto ven un rastro de tristeza en nuestro gesto, hay una tendencia a consolarnos rápido y hacernos divertir lo antes posible con la ilusa ilusión de olvidarlo y dejarlo pasar. Esto es como pasar rápido por un semáforo en rojo para perderlo de vista cuanto antes.

De lo contrario, los que nos rodean podrían entrar en el peligroso terreno de tener que admitir su propio dolor primordial, enfrentarse al miedo atroz de tener que ver dentro y descubrir que bajo la máscara también hay un ser que a veces se desmorona y quiere pedir auxilio.

Esto otro sería como enfrentarse a ese semáforo rojo sabiendo que no se pondrá verde hasta que asistamos a ese necesitado, a ese dolor que nos reclama para que asumamos nuestra valentía de abordarlo y hacer algo coherente con él.

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Fotografías: Monia Merlo (h/t: illusion)

¿Has visto a esa gente que está permanentemente en estado de alegría, que son el alma de todas las fiestas, que son el mejor amigo que cualquiera quiere tener? ¿Has probado a ser amigo de alguno de ellos? ¿Has visto cómo todo va perfecto hasta que te sobreviene un dolor profundo e intentas compartirlo con él? Pues lo más seguro es que descubras cómo huye, cómo rehúsa, cómo intenta hacer que escucha brevemente y te distrae lo más rápido que puede con algún chiste para que te sientas bien… porque al final esta vida son dos días y hay que vivirla, para qué meterse en problemas aunque ese problema seas tú, precisamente su amigo.

¿Has visto alguna vez el derrumbe monumental que sufre esta gente una vez que todos sus dolores se precipitan juntos, habiendo estado sepultados por años, y su eterna sonrisa parece desdibujarse para siempre?

¿Y has visto a aquellos que también parecen casi siempre felices, que por lo general son el alma de la fiesta, y que a veces se les ve caídos, abrumados y que te nace acercarte a ver qué les ocurre y echarle el hombro en lo que puedas? Estos manejan mucho mejor el equilibrio de sus emociones, son conscientes de que lo más saludable es tratar de estar en una vibración alta, y como tienen esta vibración, por simple longitud de onda, tienen más contacto con la verdad por lo que son conscientes de lo saludable que es contactar con el dolor cuando surge para atenderlo y permitir el proceso que tenga que proceder. Este amigo te atenderá cuando lo necesites y acudirá a ti a pedir consuelo cuando él también lo necesite.

Al otro, al anterior, no lo descartes de tus amigos, no te enojes, intenta comprenderlo, porque puede que un día te necesite desesperadamente más que ningún otro ser de los que conozcas.

Tu dolor necesita ser abrazado, querido, mimado.

No temas, el miedo aparecerá si no lo atiendes, verás que en cuanto le das un abrazo generoso y lleno de amor no existirá ese miedo que temes.

Observa cómo se diluye ese miedo a medida que te haces cargo de lo que hay y no huyes.

Si te ejercitas así podrás no solo tratar con tu dolor sino ayudar a los tuyos y brindarles tu amor genuino, lo que necesiten de verdad cuando lo necesiten.

Entra en el terreno de la comprensión, prueba a calzar los zapatos del otro. Share on X

Entra en el terreno de la comprensión. Prueba a calzar los zapatos del otro, experimenta cómo sería caminar con esos zapatos que arrastran una vida de circunstancias que tú no has transitado. No podrás sentirlo exactamente igual pero podrás acercarte a la comprensión de su sensación.

Esto es ejercer la verdadera compasión, esa que está más allá de la empatía y que nos hace dignos de pertenecer al género humano.

La compasión es percibir y comprender el sufrimiento de otros y el deseo de aliviar o quitar si es posible su sufrimiento.

Empieza a practicar la compasión.

Comienza contigo mismo, y no te quedes en ti porque los demás te necesitan.

La compasión disuelve el miedo y tu vida comenzará a tener un nuevo sentido y hasta podrás sentirte una pieza clave en la mejora de la humanidad.

Acércate a ti y abrázate con calidez.

Descubre tus heridas y comprende que han surgido de batallas ganadas y perdidas.

No seas duro contigo, no te evites.

Y pide ayuda cuando no puedas solo frente al miedo.

Y mantente fuerte para acoger a quienes acudan a ti en busca de esa ayuda primordial que todos merecemos por el simple hecho pertenecer a este corazón universal.

Leandro Ojeda López

1 comentario en «Abraza tu dolor sin temer al miedo»

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