Huye de huir

huye de huir

No siempre puedes darte cuenta de que huyes mientras huyes. Lo más habitual es que creas que estás yendo hacia lo correcto cubierto de explicaciones, argumentos, excusas, razones…

Huye de huir.

Si hay algo verdaderamente de lo que huir es de huir.

Huir de la falsa paz que te reporta la huida.

Huir de los tropiezos y caídas de tu propia huida.

Huye de huir de ti.

Huye de esa tentación permanente de no mirarte hacia adentro.

Huye de esa tentación que tienes de justificar todo lo que te ocurre por tus circunstancias, por lo que otros hacen, porque no te quieren, porque no te valoran, porque naciste en cuna de barro, porque el cielo es para los otros y a ti te corresponde el infierno.

Huye de tus pensamientos ociosos que te distraen y amenazan con distraerte cuando no haces otra cosa más que distraerte todo el tiempo de ti.

Huye del miedo que te provoca entrar en tus emociones más inquietantes.

Huye de huir todo el tiempo de los espejos.

Huye del miedo a sufrir si quieres dejar de sufrir.

Huye de esquivarlo todo.

Huye de las corazas que te pones para protegerte de los demás porque te impiden dar el amor que desea emanar de ti.

Huye de la idea de fracasar porque tus fracasos pasados se han convertido en estigmas perennes que configuran tu destino.

Huye de tu comodidad idiota que te impide sufrir pero también sentir el gozo.

Huye del miedo al miedo de verte rodeado de miedos.

Huye de huir.

Huye de huir de la toma de compromiso.

Huye de la huida de tus obligaciones.

Huye de huir de ti escudándote en tus obligaciones.

Huye de salir corriendo de tus relaciones difíciles.

Huye de pasar de largo de las relaciones de aprendizaje.

Huye de huir de la felicidad por miedo al dolor.

Huye de huir de tu corazón porque no siempre será agradable la verdad.

Huye de esquivar la verdad prefiriendo señales y embustes mágicos y milagrosos.

Huye de la idea de que la vida ha de ser mágica y prodigiosa y la realidad monótona y gris.

Huye de la previsibilidad de tu huida.

Huye ya de huir de la ciudad para huir en el campo.

Huye de tu huida del silencio para refugiarte en el ruido de la ciudad.

Huye de huir de lo que te toca vivir.

Huye de huir del amor.

Huye de tu huida interior hacia la huida exterior.

Huye de tu huida hacia la espiritualidad huyendo de tu espíritu.

Huye ya de huir de ti.

Huye de huir del dolor.

Huye de huir de tus sentimientos.

Huye de huir de tus pensamientos.

Huye de huir de ti.

huye de huir

Párate ya.

Quédate quieto.

Muévete.

Sal a tu encuentro.

Estás aquí.

Con lo que hay ahora.

Sin nada más que esto.

Exactamente con todo esto.

Incluyendo tu necesidad de huir.

Leandro Ojeda López